Rosario Central empató 1-1 con Lanús en el descuento con un gol del 9 de oro. Russo utilizó dos sistemas tácticos sin poder mejorar el funcionamiento del equipo. Mal arbitraje de Sebastián Martínez. Buen debut de Copetti.
La oportunidad era propicia para medir fuerzas ante un rival de fuste luego de la eliminación a manos de Peñarol por la Copa Libertadores y ver como había quedado anímicamente el plantel comandado por Miguel Ángel Russo para afrontar el último tramo de un primer semestre donde no se cumplió ninguna expectativa de todas las que había generado luego de obtener el título de la Copa de la Liga 2023.
Junto a ello también era interesante ver la reacción del hincha ante la posibilidad que se produjese el debut de Marco Gastón Ruben en su casa. Y allí el guion parece escrito por el genial Negro Fontanarrosa ya que si a Marco le preguntaban en la previa como imaginaba ese instante hubiese dicho que jamás habría soñado con algo así aunque le gustara competir de ese modo.
Un equipo que va perdiendo y que no encuentra el rumbo, un rival que se mete muy atrás y cuyo único plan es hacer tiempo de manera recurrente y un estadio que comienza a mostrar su impaciencia arman un coctel que no cualquiera puede beber, pero a Ruben ya se sabe que le gustan los desafíos y el desarrollo de este encuentro era un reto en sí mismo.
A Miguel Ángel Russo no le funcionaron ni el 4-4-2 del primer tiempo ni el 4-1-3-2 de la segunda parte, aunque este último sistema táctico puede ser pulido y mejorado a la espera de poder conseguir en este mercado de pases dos volantes que jueguen por afuera. Campaz fue muy obediente tácticamente, pero le faltaron explosión y enjundia en su verdadera labor: el desequilibrio.
Nacho Malcorra jugó casi como un extremo muy lejos de su socio, aunque trató de juntarse con él cuando el Bicho se cerraba hacia el medio. Enzo Copetti trató de acoplarse con los encargados de armar fútbol y de mostrarse como opción, pero aún le falta sincronización con sus compañeros. Tiene calidad y sólo le falta entenderse mejor con sus nuevos socios.
En el segundo tiempo Miguel desarmó el doble cinco para jugar con dos extremos y con Tomás O’Connor por el medio para poder mantener los dos delanteros en cancha. El equipo no mejoró, pero tampoco bajó los brazos y siguió buscando un empate que se hacía cada vez más utópico de conseguir. Junto a ello la impaciencia también bajaba de las tribunas hasta que Russo dispuso que entrara Marco Ruben. Allí se acabaron los murmullos y la mala onda.
Solamente veintiséis minutos le llevaron a Marco Ruben cumplir con su anhelo de marcar su primer gol en este regreso ya que aprovechó un buen pase de Lautaro Giaccone para definir de zurda y por arriba del achique desesperado de Alan Aguerre luego de una media vuelta extraña. El goleador, una vez más, le había sacado agua a las piedras.
Sebastián Martínez tuvo un mal partido. El árbitro permitió que Lanús hiciese tiempo y cortase el ritmo del Canalla cuando tuviera ganas. También dejó que se pegue en demasía y nunca le puso límites a los jugadores. El tiempo adicionado fue muy poco comparado con las demoras artificiales del Granate. Más allá de eso el equipo siempre fue al frente, aunque sin la claridad necesaria como para complicar al equipo de Ricardo Zielinski.
San Marco Ruben salvó a Central del incendio cuando el clima en el Gigante de Arroyito no era el mejor y la gente ya había mostrado su impaciencia. El regreso del histórico goleador fue soñado en un partido que en su trámite fue una pesadilla para Central. Lo mejor que puede pasarle al Canalla es que este semestre se termine rápido…
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Fotos: gentileza Prensa Rosario Central
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