Cuenta la tradición histórica centralista que la primera cancha que tuvieron los socios fundadores del Central Argentine Railway Club estuvo localizada entre los portones 3 y 4 de los talleres de reparación y construcción del Ferrocarril Central Argentino, cerca del pasaje Celedonio Escalada. Dicen también los viejos textos recordatorios de esos primeros días del Club que aquel terreno fue gestionado a través de los señores Lucas y Russell y que duró hasta 1894. Hasta acá lo que conocemos sobre la primera cancha de Central. ¿Existe algún registro oficial nombrando a este primer campo de juego? No. ¿Hay en algún diario o revista de la época mención alguna? Tampoco. Los primeros datos que llegaron hasta nuestros días se escribieron cuarenta y cincuenta años después de que los primeros jugadores de Central disfrutaran de esa porción de tierra donde pudieron patear un balón, competir en carreras de a pie o batear en las largas partidas de cricket.
Vamos primero a tratar de conocer la ubicación. El dato primordial sobre la primera cancha de Central es que estaba entre los portones 3 y 4 de los talleres del Central Argentino. Por lo tanto, tenemos que saber primero donde se situaban aquellos accesos para comprender mejor la localización del viejo field. Si miramos un plano de los talleres de mantenimiento y construcción del Ferrocarril Central Argentino, veremos que se trata casi de un rectángulo, delimitado al norte por calle Junín, al oeste por la avenida Alberdi y al sur por la actual calle Central Argentino. Pero en su lado este, el contorno se inclina formando una diagonal que se dirige desde el sur hacia la izquierda. Ese torcimiento en el perímetro que daba de frente al río Paraná se debía al Paso de las Cadenas, un viejo camino de tierra que en ese tiempo comunicaba a la casi rural y humilde zona norte con la Rosario urbanizada y que se asentaba sobre el antiguo camino de Rosario a San Lorenzo, cortando en dos a las tierras ferroviarias, que los ingleses comenzaron a adquirir desde 1884.
Era sobre aquella polvorienta senda, que luego se transformó en la Avenida Caseros, que se encontraba el portón 4 mirando hacia el este y más al sur, y dando la vuelta, el portón 3. Ambos servían para que ingresen sendos ramales del ferrocarril que nacían en la estación Sunchales, la actual Rosario Norte. Para ser más específicos, el portón 3 que miraba hacia el sur, se encontraba poco antes de la intersección de la actual calle Central Argentino con avenida Francia, en la esquina sureste de los talleres, este se destinaba para el mantenimiento de las locomotoras a vapor. El portón 4 estaba a la vuelta, de frente al río y cien metros más al norte que el anterior y contaba con un portero que accionaba manualmente una barrera.
Por lo tanto, si nos guiamos con los datos que nos brinda la historia oficial y sabiendo ahora la ubicación de los portones, logramos establecer que aquella primigenia cancha se puede localizar hoy en día frente a la rotonda Gualberto Venesia, a la salida del túnel Celedonio Escalada, en una porción de tierra que sería en la actualidad el patio trasero de las altas torres que se levantaron a partir de la primera década del siglo XXI y que tiene la denominación oficial de plaza Ingeniero Della Paolera. ¿Nos quedamos entonces con ese dato como resultado final? No. Ya hemos visto que en los primeros quince o veinte años de Central, todo es motivo de dudas, curiosidad e investigación. Todo gracias a la bendita falta de documentación. Aparte, uno es quisquilloso y desconfiado y necesita saber la ubicación más precisa posible de aquella cancha.
Ante el vacío de registros oficiales y de datos certeros sobre el emplazamiento original del primer campo de juego, tenemos que empezar a investigar en medios gráficos y mapas de la época para tratar de localizar información más puntual. Sin embargo, en los diarios rosarinos publicados entre los años 1889 y 1894 no se ha descubierto todavía una solo mención sobre este tema, ni sobre nada que tenga que ver con el antiguo Club del Ferrocarril Central Argentino. Solo en la prensa porteña se pudieron encontrar algunos partidos de cricket de 1892 y 1894 pero todos jugados de visitante, por lo tanto, no hay referencias de la vieja cancha ferroviaria. Aunque por suerte, un mapa de aquellos años nos entregó algunas referencias como para tratar de dilucidar donde estuvo instalada.
Durante la misma época en que Rosario Central daba sus primeros pasos, el gobierno nacional disponía de las licitaciones iniciales para que comenzaran las obras de construcción del Puerto de Rosario, que hasta ese momento solo era una conjunción de muelles privados. El comerciante local Juan Canals se interesó en la explotación de la futura zona portuaria y presentó en 1890 un libro donde se incluyó un mapa de los agrimensores Warner y Pusso. Era un plano de la ciudad que no solo detallaba con gran precisión al Rosario de esos tiempos, se mostraban también varios proyectos a realizar en distintos sectores de la ciudad, con aperturas de amplias avenidas y la construcción de nuevos barrios. En la parte superior de ese mapa cartográfico, en la zona norte del municipio, se precisa la ubicación de los galpones de los talleres del FCCA y frente al ingreso de las líneas ferroviarias de los portones 3 y 4 se encuentran también las tierras pertenecientes al Central Argentino pero acotadas por un terreno de aproximadamente cien metros de largo por cien metros de ancho perteneciente a “V. Arias”. En mapas de catastro rosarino de 1875 se encuentran esas mismas tierras a nombre de la misma familia Arias por lo que podemos deducir que el dato del mapa de 1890 es cierto, en el medio de todo aquel terreno ferroviario había una porción de tierra que cuando se fundó Rosario Central no era propiedad de la compañía británica.
Ese predio de los Arias, ubicado también frente a los portones 3 y 4, hacía que por esos días de 1889 quedara una franja de tierra bastante reducida como para practicar fútbol o cricket. Es por eso que parece muy poco probable que el primer campo de juego centralista se encontrara bien enfrente a aquellos accesos, en donde hoy está la plaza Della Paolera. Sin embargo, pasando el campito de los Arias, seguían los dominios del Ferrocarril y allí si se encontraba un amplio lugar más apto para desarrollar la actividad de los deportes. En ese sitio podemos encontrar hoy en día al Albergue Municipal La Casona, ubicado en calle Central Argentino 2850, a unos 300 metros de los talleres. Para corroborar y reafirmar esa referencia sobre la ubicación de la primera cancha, esa misma localización fue brindada en 2010 por el escritor rosarino Fabián Bazán en su libro El Gigante de Arroyito: la verdadera historia: “…cerca del Pasaje Celedonio Escalada (en aquel entonces Pasaje de las cadenas), al este de lo que hoy es la rotonda Gualberto Venesia y la plaza Ingeniero Della Paolera, aproximadamente en el lugar en el que actualmente se levanta el Albergue Municipal La Casona.”
Hemos visto que no se encontraron referencias de la primera cancha en diarios y revistas de esos años, sin embargo, con el correr del tiempo se dieron a conocer algunos datos sobre ese casi desconocido lugar. Cuarenta años después del nacimiento auriazul, un amplio informe que publicó el diario Democracia sobre la historia de Rosario Central, realizado en base a declaraciones de testigos de la época y de directivos centralistas encabezados por el presidente Flynn, nos brindó más pistas para definir el lugar donde se localizó aquel predio. Dice el artículo que “el Ferrocarril cedió un terreno en el extremo noreste de los talleres, este terreno está ocupado actualmente como depósito de calderas y materiales viejos de almacenes” para finalizar la información dando otra data sobre la ubicación de la primera cancha al describir el momento en que la empresa reclamó a Central ese terreno: “… pues se necesitaba para la construcción de la propiedad que actualmente está ocupada por el señor Baille.” Tenemos tres pistas en esa reseña del diario Democracia: que la cancha estaba en el extremo noreste, que para 1929 había un depósito de materiales en desuso y, por último, que también había una vivienda en ese momento donde vivía un tal Baille.
Gracias a material fotográfico y planos cercanos al año 1929, se pudo comprobar lo cierto de la existencia del depósito de almacenes, ubicado en el antiguo terreno de los Arias y lindante a la casa de Baille, la que luego se convirtió en lo que es hoy el ya mencionado Albergue Municipal La Casona. Lo único que hace ruido es que esos lugares no se encontraban en el sector noreste de los talleres, sino al sureste. Pero los otros dos datos coinciden y no se pueden refutar. Llegamos a la conclusión de que la primera cancha estaba en ese sector, pero lo que no podemos saber son cosas más puntuales, como por ejemplo hacía que lado estaban orientados los arcos o donde se situaba el viejo vagón que seguro utilizaron como vestuario o depósito. No se dispone de ninguna imagen de esa cancha que nos pueda ayudar con esas dudas.
Buscando datos sobre ese campo de juego, podemos encontrar en el Libro del Cincuentenario de 1939, redactado por Cipriano Roldán, que el terreno ubicado frente al portón 4 se consiguió por intermedio de los señores W. O. Lucas y T. G. Russell. En su libro Anales del Fútbol Rosarino (1959), el mismo Cipriano Roldan nos indica que Lucas y Russell fueron quienes concedieron el permiso para que los socios fundadores utilicen el terreno ferroviario. O sea que Cipriano primero nos dice que Lucas y Russell fueron los intermediarios para conseguir la primera cancha y años después indica que Lucas y Russel fueron quienes concedieron el permiso. Con esta duda llegamos a otra pregunta: ¿Lucas y Russel eran socios del Central Argentine que fueron a hablar con la jefatura ferroviaria para conseguir una cancha o solo eran miembros de la alta cúpula de la empresa ante quienes se inició la gestión?
Veamos quienes eran estos caballeros. William Owen Lucas nació en Cornwall en 1855 y para 1885 ya se encontraba en Rosario, trabajando para el Ferrocarril Central Argentino y con el relevante cargo de Superintendente de Locomotoras. Ese puesto estaba reservado para los ingenieros responsables de los sectores de mantenimiento y construcción de todo el material rodante que se usaban en las vías de la empresa británica. Thomas George Rusell había nacido en Londres en el año 1862 y en los talleres de Rosario se desempeñaba, al momento de la fundación de Rosario Central, como Superintendente del Departamento de Almacenes. Al ser empleados jerárquicos del Ferrocarril vivían en el pueblo de Fisherton, construido por el Central Argentino para sus empleados más encumbrados y hasta compartían la función de ministros laicos en la iglesia anglicana San Bartolomé de calle Paraguay y Urquiza.
Entonces, ante la duda de si eran o no socios, resulta raro que los dos gerentes ingleses hayan sido asociados comunes del Central Argentine Club y que hicieran de intermediarios ante sus superiores para que sus compañeros usen las tierras de la empresa. Pensemos: ¿Ante que superiores Lucas y Russell iban a pedir autorización para que el Club pueda utilizar un terreno del Ferrocarril si ambos eran de los más jerárquicos en los talleres? ¿Hacía falta que el Gerente General del FCCA, afianzado en su oficina de la calle Wheelwright, ponga su firma para que los deportistas del Central puedan usar una olvidada lonja de tierra en la zona norte? Lo que resulta más probable es que Russell y Lucas, al tener tan destacada posición en los talleres, hayan sido quienes dieron el permiso para usar el terreno que estaba entre los portones 3 y 4, tal cual escribió Cipriano Roldán en su famoso libro. Eso no quiere decir que los dos gerentes ingleses no hayan estado ligados de alguna forma a Rosario Central. Es posible que los señores Thomas Russell y William Lucas hayan sido socios honorarios del Club, quizás por sus altos cargos laborales o quizás en agradecimiento a prestar aquella porción de tierra que se convirtió en el primer campo de juego para los asociados ferrocarrileros.
Otra precisión que no tenemos es la fecha en que los socios del Central fueron autorizados para hacer uso de la cancha que se encontraba frente a los portones 3 y 4. Para esa duda hay un dato que puede resultar significativo: el primer encuentro deportivo del cual se tiene conocimiento en la historia de Rosario Central no se jugó en aquel terreno lindero a los talleres. En mayo de 1890, meses después de la fundación del Club, un equipo de fútbol del Central Argentine Railway Club se enfrentó a la tripulación del buque HMS Beagle, integrante de la Marina Real Inglesa. Según testigos de la época, el encuentro frente a los marinos británicos se realizó frente a la Bajada Grande, la actual Bajada Sargento Cabral. ¿Por qué entonces ese encuentro no se realizó en la cancha de los ferroviarios centralistas? Durante esos días el barco de guerra inglés se encontraba anclado cerca del antiguo muelle de Comas, frente a lo que hoy sería la subida en donde se inicia calle Santa Fe y a unos setecientos metros de la ya nombrada Bajada Grande. Podríamos pensar que los tripulantes ingleses se pusieron en caprichosos y que no hayan querido ir hasta los talleres del Ferrocarril, a casi cuatro kilómetros de donde estaban. Sin embargo, dos años después volvió el Beagle a Rosario y el 25 de mayo de 1892 los marinos desandaron los cinco kilómetros que los separaban hasta la Plaza Jewell del Club Atlético del Rosario para realizar los sports en aquel día patrio. O sea que la distancia no parecía ser un impedimento para que los marineros ingleses fueran a disputar un cotejo de foot-ball.
Lo más probable es que para mediados de aquel 1890, la cancha de los ferroviarios frente a los talleres no haya estado disponible para recibir visitantes tan ilustres, por lo cual decidieron realizar el partido en un lugar neutral. Imagino a los jugadores del Central, calzados con sus camisetas rojas y blancas a rayas verticales, viajando en tren desde los talleres hasta la estación Central de Wheelwright y Corrientes y luego bajando a pie o viajando en carruajes hasta la actual Plazoleta Dra. Nélida San Miguel. Por el otro lado los marinos británicos habrán desandando en grupo el trayecto por la calle del Bajo, hoy Avenida Belgrano, desde los muelles hasta encontrarse con el improvisado campo futbolístico, ubicado en diagonal al edificio de la vieja Aduana. En el libro de Juan Dellacasa (h), el autor indica que aquel primer terreno para jugar al football se consiguió un año después de la fundación y en ese dato se entiende por qué los ferroviarios no jugaron el cotejo contra los marinos ingleses en un campo de juego propio.
Lo que sí sabemos es que aquella primera cancha de Rosario Central duró hasta 1894, cuando las autoridades solicitaron al Club que devuelva el predio ya que debía utilizarlo para la construcción de nuevos depósitos y como vimos, para construir una vivienda que seguramente utilizaría algún personal de la empresa. Aquel desalojo es el primer eslabón conocido de una larga serie de idas y vueltas entre el Club Rosario Central y la empresa ferroviaria. Los intereses de unos y otros ya no transitaban por las mismas vías.

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Linda historia
Excelente