Rosario Central consiguió estirar su ventaja en el historial sobre Newell’s Old Boys luego del regreso del Canalla a primera división. Los números son abrumadores pero el club de Arroyito forjó esa diferencia en las complicadísimas canchas de la B Nacional. Sabe como jugar estos partidos mientras que la Lepra queda paralizada por el miedo a perder.
No hay mal que dure cien años. Y los hinchas de Rosario Central pueden dar fe de este refrán ya que si algún periodista les preguntaba en el 2013 cuando su equipo deambulaba por las ásperas canchas de la B Nacional si se imaginaban que en los próximos diez años jugarían siete finales, conseguirían dos títulos y que estirarían su ventaja en el clásico frente a Newell’s de manera pornográfica contestarían que no, que su deseo era solamente estar en la élite del fútbol argentino y nada más, que ya habría tiempo para acomodarse.
Lo que pasó en estos últimos diez años es digno de un cuento del genial Negro Fontanarrosa ya que Rosario Central amplió de forma escandalosa su ventaja en el derby (en 2010 la diferencia era de ocho encuentros mientras que en 2024 llegó a los diecinueve partidos, esta nota se irá actualizando hasta que la racha se termine) y comenzó a tener un dominio psicológico sobre su rival nunca antes visto.
Un ejemplo de ello es el clásico jugado en el viejo Gigante de Arroyito por la Copa de la Liga 2023 cuando el Canalla llegaba último en la tabla de posiciones de su zona y con un juego errático, previsible y casi sin fundamentos como para poder aspirar a la victoria. Los clásicos son partidos donde no importa tanto la actualidad de cada equipo sino como se sigue adelante el día después además de saber como jugarlos.
Ese encuentro fue chato y lineal, el típico partido que es empate clavado y que ganará quien pueda marcar el primer gol, donde Central jugó de la misma manera en que lo venía haciendo y sin poder establecer una supremacía evidente en el juego que le permita ganar. Del lado de Newell’s tampoco se vio demasiado y siempre dio una mayor sensación de fragilidad psicológica que el dueño de casa. Y el gol de Nacho Malcorra potenció a su equipo y derrumbó definitivamente a a la lepra.
Fue tanta la incidencia que tuvo este partido que terminó marcando el futuro inmediato de ambos clubes. Por un lado Newell’s Old Boys perdió totalmente el rumbo y no pudo clasificar a las instancias finales de la Copa de la Liga mientras que por el otro Central encadenó una serie de once encuentros invictos que desembocó en un nuevo título. Sin dudas la estadía en la B Nacional marcó a fuego al Canalla que supo transformar un hecho negativo en algo absolutamente positivo.
El infierno de la B Nacional
Cualquier hincha de Rosario Central sabe la historia de su club y no trata de disfrazarla ni de negar la misma. Se siente totalmente diferente al resto de los aficionados de los otros clubes argentinos. Y a los jugadores les sucede algo similar. El mensaje desde la tribuna llega limpio y claro a los players y estos lo asimilan más que bien. La pesadilla de la B Nacional se extendió durante tres temporadas entre el 2010 y el 2013.
La institución de Arroyito fue el equipo al cual todos querían ganarle para tener mayor visibilidad (en el campeonato 2011-12 compartió ese honor con River Plate) y por esa razón cada partido que jugaba el Canalla desde Jujuy hasta Comodoro Rivadavia era por demás incómodo. Esa adversidad (la B Nacional es un torneo más duro y más áspero que la competición en primera) hizo que Central perdiera el miedo a todo, incluso a perder el clásico.
Durante mucho tiempo los partidos entre Central y Newell’s se jugaban a no perder ya que los muchachos se olvidaban los arcos en el vestuario. La idea era que cada uno siguiera su camino luego del encuentro y no mucho más que eso. Se ganaba cuando se podía y cuando no, se firmaba un empate de manera tácita.
Hasta que la soberbia actuación de Javier Toledo (marcó los tres goles con los cuales Central le ganó 3-0 a Gimnasia y Esgrima de Jujuy) en la noche jujeña del domingo 19 de mayo de 2013 devolvió al Canalla a primera división luego de tres interminables años en la segunda divisional del fútbol argentino. En ese momento nadie se percató sobre lo que había sucedido más allá del ascenso conseguido.
La psicología influye
Se vieron las caras nuevamente un 19 de octubre de 2013 luego del regreso del Canalla a primera. La cita fue en el Gigante de Arroyito y a priori era un encuentro totalmente desigual ya que Newell’s marchaba puntero e invicto y se encaminaba cómodamente al bicampeonato con un Central que había mantenido la base y sólo había incorporado unos pocos jugadores.
La diferencia entre ambos era abismal y durante la semana el juego era acertar sobre la diferencia que la Lepra le sacaría al Canalla. Sí, hasta los propios hinchas de Central admitían que era casi imposible ganarle a ese Newell’s. No había nada de optimismo en las huestes auriazules pero Miguelo siempre tiene un plan…
Ese grupo de desharrapados y casi marginales del fútbol le asestaron un golpazo tremendo a Newell´s Old Boys del cual el club del Parque Independencia no se pudo recuperar jamás. El resultado fue un 2-1 a favor del Canalla (goles de Donatti y Encina) pero el efecto psicológico aún perdura en ambas instituciones.
Uno era el campeón argentino y el otro estaba tratando de hacerse un hueco en la élite del fútbol argentino. Central se conformaba con escaparle a las garras del descenso mientras que la Lepra creía que este encuentro era un trámite y ya estaba festejando a cuenta tanto la victoria en el clásico como una nueva consagración en el ámbito doméstico.
Los números son más que claros: desde la vuelta de Central a primera jugaron en veintiún oportunidades con trece triunfos para el Canalla, seis empates y sólo dos victorias para Newell’s, ambas fueron en el Gigante ya que la Lepra no le gana a su archirrival en el Coloso Marcelo Bielsa desde el 2008.
Esa diferencia de once clásicos ganados en los últimos once años (2013-2024) muestra que Rosario Central consiguió más que duplicarla desde su regreso a primera. El Canalla sale convencido a jugar el partido y sabiendo que tiene la victoria a mano en cualquier momento y que perder le va a doler pero no lo va a condicionar hacia el futuro, todo lo contrario a lo que hace Newell’s.
Las rachas no son eternas pero mientras Central siga dominando psicológicamente el clásico entonces la Lepra la tendrá más difícil para revertir este presente porque lo primero es estar convencido de lo que se hace y mientras el Canalla actúa, a Newell’s lo paraliza el miedo a perder.
Además
En el Twitter de LADM
Fotos: gentileza Prensa Rosario Central
Descubre más desde El diario de Central
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.
Muy buena nota, casi perfecta diría… y digo «casi perfecta» porque a mi me queda una duda que no pude encontrar la respuesta en el artículo. Me pregunto, si a Central le ayudó el último descenso y todo su descenlace para forjar esas 9 victorias sobre su clásico rival, que fue lo que le dió anteriormente la diferencia de 8 partidos a favor sobre Ñuls???
La disparidad de ocho partidos hay que buscarla a lo largo del tiempo ya que la misma se construyó en unos sesenta años y se basó principalmente en razones futbolísticas y en una mayor predisposición para afrontar los partidos decisivos (Libertadores 75, Nacional 80 y Sudamericana 2005) por parte del Canalla. Desde el 2013 en adelante hay algo más que una diferencia táctica y/o futbolística porque Central afronta los clásicos sabiéndose invencible mientras que Newell’s hace todo lo contrario desde la parte anímica, el partido del 2013 los marcó a ambos (de eso se trata la próxima nota sobre el clásico) y sus consecuencias llegan hasta la actualidad. Y me alegra que la nota te haya gustado.
Interesantísima nota, Gonzalo. Me parece muy acertada la idea de que Central aprendió a jugar los clásicos rosarinos (quizás el clásico más duro que tiene el país) curtiéndose en los durísimos partidos de la B nacional contra equipos rocosos y campos de juego no siempre en las mejores condiciones para forjar el carácter, endurecerse psicológicamente y aprender a jugar con oficio y paciencia partidos que siempre son cerrados y con muy pocas chances de gol. Abrazo!