Luego de que los socios centralistas tuvieran que devolver a la empresa Central Argentino el terreno en donde se instaló el primer campo de juego, se hizo necesario encontrar un nuevo sitio para practicar los deportes. La lógica indicaba que la empresa madre del Club brindaría un nuevo terreno, sin embargo, por los resultados finales parece que la compañía inglesa le estaba empezando a soltar la mano al club creado por sus propios empleados. Para la Central Argentine Railway el tema de la tierra era primordial para sus negocios y siempre se priorizó ante cualquier necesidad del ámbito deportivo. De forma increíble, el Club que llevaba el mismo nombre de la empresa que los cobijaba laboralmente, no logró de esta lo necesario para su crecimiento a mediados de la última década del siglo XIX. Por suerte llegó alguien más allá de los muros de los talleres para salvar a los centralistas: Hermann Oldendorff.
Este empresario nacido en Alemania en 1855, llegó a la ciudad de Rosario donde desplegó su pasión por los deportes al servicio de clubes como Atlético del Rosario y Gimnasia y Esgrima, donde fue presidente de ambas entidades. También fue un destacado hombre de negocios, presidiendo el Banco Provincial y administrando terrenos que eran de su propiedad. Esas tierras se encontraban frente a los talleres del Ferrocarril y se extendían al norte por la actual calle Casilda, al oeste hasta calle Iguazú, al sur Humberto Primo, cerrando al este en la Avenida Castellanos, hoy conocida como Avenida Alberdi.
Una porción de ese extenso terreno fue la que habilitó Hermann Oldendorff para que los asociados del Club Central Argentino puedan establecer en 1894 su nueva cancha. ¿Podemos saber entonces donde se ubicaba exactamente aquel segundo campo de juego de Rosario Central? Al igual que con la primera cancha, no llegó a nuestros días foto alguna de ese lugar o cualquier tipo de documentación oficial que nos permita establecer la exacta localización. Pero por suerte podemos contar con bibliografía que nos puede ayudar en gran medida para saber dónde jugaron al fútbol y al cricket los centralistas que vieron finalizar el siglo XIX y nacer el siglo XX.
Primero tengamos en cuenta que esta vez sí se pueden hallar en diarios de la época referencias sobre aquel campo de juego. En el diario La Capital del 10 de abril de 1897 encontramos la primera indicación que existe hasta el momento y con un nombre: Plaza Oldendorff. En una nota dentro de la sección de sociales se informó sobre un partido de fútbol “bastante animado” jugado por los socios del “Club Atlético de los Talleres del Central Argentino en la Plaza Olfendorf (sic)”. En la edición número 335 de la ya mencionada revista porteña River Plate Sports & Pastime nos informan que el sábado 27 de noviembre de 1897 se inauguró un pabellón en la cancha del Central Argentino, mediante un partido de cricket entre solteros y casados del Club. Leemos también que la casilla que se usaba como vestuario se consiguió gracias a la generosidad del señor Henry Herbert Loveday, quien por aquellos días era el Gerente General del Ferrocarril Central Argentino y que este asistió a la fiesta de apertura.
Años después los primeros cronistas que se dedicaron a desarrollar la historia de Rosario Central echaron más luz sobre la Plaza Oldendorff, ese ámbito deportivo donde por suerte el Central Argentine Club siguió desarrollándose. El periodista y político Juan Delacassa (h) escribió en su libro Puntapié Penal que “El señor H. Oldendorff, caballero inglés (sic) que se destacó por sus gestos de filantropía, cedió un terreno en el barrio de Talleres. La cancha quedó situada, entonces, en el lugar donde estaba la Farmacia Británica de Míster Pol Taylor (sic), otro británico gran amante del fútbol. El field quedaba en la intersección de las líneas del Ferrocarril de Buenos Aires a Rosario.” Más allá de algunos errores, como la nacionalidad de Oldendorff o el nombre de William Taylor Paul, el texto es conciso y nos deja dos aseveraciones: que la cancha se ubicaba en el mismo lugar que estuvo la Farmacia Británica y que estaba en la intersección de las vías del Buenos Aires a Rosario.
Vamos entonces a desmenuzar el primer dato, tratando de conocer más sobre la Farmacia Británica. William Taylor Paul, inmigrante escocés que fue presidente de Rosario Central apenas iniciado el siglo XX, heredó de su padre el oficio de boticario y arribó a Rosario donde primero tuvo su farmacia en Jujuy y Paraguay para luego mudarse al barrio Talleres, tal cual lo hizo su querido club. Gracias a documentación que los descendientes de William Taylor Paul guardaron celosamente, pudimos saber que la llamada Farmacia y Droguería Británica de Míster Paul se encontraba en Avenida Alberdi 59 esquina Avenida Tiro Federal, la esquina actual de Alberdi y Jorge Harding. Coincidencia entonces entre lo escrito por Delacassa (h) y lo investigado.
Con respecto a las vías del Ferrocarril de Buenos Aires a Rosario, estas se encontraban al oeste de la vieja cancha, dirigiéndose de sur a norte y partiendo en dos el sector que comprendían las tierras de Oldendorff. Esa porción entre las vías que comunicaban Rosario con Tucumán, la avenida Alberdi y la hoy calle Casilda forman un triángulo no muy extenso, pero en donde cabía perfectamente una cancha para practicar deportes.
En el Libro del Cincuentenario de Rosario Central (1939) la información que podemos encontrar sobre esta cancha es la misma que brindó Juan Delacassa hijo un año antes: que la Plaza Oldendorff se ubicaba en Av. Alberdi y Harding.
En ese lugar, desde 1896 hasta 1902, solo se tienen registrados no más de una decena de encuentros, frente a los pocos equipos de fútbol rosarino que existían en la época, encabezados por Atlético del Rosario. Lo que no sabemos es en que sentido estaban orientados los arcos de fútbol, pero observando un viejo plano de la zona es de suponer que los mismos hayan estado mirando de norte a sur, ya que el terreno se extendia con mas dimensión en ese sentido.
Coincidiendo con la culminación de la temporada de football del año 1902, Don Hermann Oldendorff dispuso el loteo de una porción de sus tierras, justo aquellas en donde se asentaba la cancha de los ferroviarios. A través de una inmobiliaria con oficinas en calle Corrientes, se publicó en los diarios de la época la oferta de parcelas de distinto tamaño y dirigida a la “aristocracia rosarina y de buen vivir”. El loteo se ubicaba en «la Gran Avenida Castellanos al Norte y a continuación de la calle Salta, frente a los Talleres del Ferrocarril Central Argentino», en lo que se intentó establecer como Pueblo Victoria. De esa forma los asociados del Central Argentine Railway Club tuvieron que volver a mudarse con la esperanza de encontrar un nuevo espacio que acunara su pasión deportiva.
Otra vez a golpear las puertas de los jefes ferroviarios. De nuevo a pedir un favor.

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