
Ángel Di María volvió más encanallado que nunca. No le importa lo que piensen ni los rivales ni los hinchas que antes lo idolatraban por su paso con la selección y que ahora lo cuestionan. Sabe que en el fondo envidian a Central por tenerlo en sus filas. No vino a retirarse, vino a ser campeón. Y juega cada vez mejor.
Lo que se suponía que iba a ser una tranquila gira de despedida por parte del hombre más determinante en finales de la selección argentina en toda su historia se transformó en un regreso ambicioso que los hinchas de los veintinueve equipos restantes envidian ya que no hay un solo jugador en el fútbol argentino que tenga el talento de Fideo para jugar al fútbol, ni siquiera su amigo Leandro Paredes.
Angelito se podría haber quedado en el molde y no haber dado a conocer sus intenciones tal como hizo durante su presentación, que luego comenzó a respaldarlas paulatinamente con su rendimiento dentro del campo de juego. Su desempeño está yendo de menor a mayor y está muy lejos de haber llegado a su techo.
Empezó jugando de manera tímida e incómoda sobre la banda derecha hasta que en el partido frente a Riestra se produjo el quiebre y comenzó a jugar más por adentro arrancando en diagonal desde el sector derecho hasta pararse casi como un enganche. Luego Holan decidió que directamente juegue por el centro y para ello cambió el esquema. Mientras el canalla sufría esta metamorfosis táctica se comenzó a cuestionar a Di María desde afuera con argumentos inverosímiles.
Se pusieron en duda los penales cobrados ante Godoy Cruz y Lanús, después se dijo que Central jugaba los sábados por expreso pedido de Fideo, más tarde que Chiqui Tapia había decidido regalarle el título al Canalla, se pusieron en duda la legalidad de dos auténticas joyas como el gol de tiro libre a Newell’s y el gol olímpico a Boca Juniors y ahora lo acusaron de mala leche primero y de llorón después.
El primer adjetivo calificativo viene porque le dijo pibe a Leandro Brey cuando la realidad indica que le lleva quince años y que no lo manifestó de manera peyorativa, pero el periodismo Bover (que está totalmente indignado con el hecho de que Fideo juegue en Central y no en Buenos Aires) se encargó de meter el dedo en la llaga con un tema menor.
Es curiosa la relación que tienen esos medios, que sólo defienden los intereses de los clubes porteños, con Angelito ya que por un lado lo alaban públicamente, pero por otro cuestionan de manera sutil (y no tanto, of course) todo lo que haga dentro de una cancha ya que no le perdonan que no juegue en Bover (sí, cansa ser tan reiterativo, pero hay que insistir con este concepto) por la cantidad extra de dinero que pierden sus jefes al no poder contar con sus servicios con esas camisetas.
Lo de llorón también es parte de una operación de prensa que tiene como grandes referentes a Ricardo Caruso Lombardi, Toti Pasman, Flavio Azzaro y un largo etcétera. Esta gente muestra un resentimiento tan grande como el Gigante de Arroyito. Y Angelito lo sabe ya que son personas que conoce desde hace años y que lo liquidaron cuando atravesó una etapa muy mala en cuanto a lesiones en la selección que le impidieron jugar el la final del mundial 2014 entre otras cosas.
Este Fideo totalmente encanallado, al que no le importan ni las críticas ni los chismes ni las operetas que intentan armar, se está convirtiendo en una molestia para los intereses porteños ya que su voz es muy potente y llega a todas partes para desenmascararlos. Él sólo quiere salir campeón con Central y para hacerlo decidió volver siendo un jugador pleno y vigente.

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Muy buena nota gonza
Lo veo bien lo que hace fideo el defiende la la camiseta de su club …. Buena nota gonza