Central cayó 2-1 en Montevideo ante Peñarol y ahora deberá jugar la Copa Sudamericana. Buen planteo de Russo que finalmente encontró el volante de contención aunque los cambios eran otros. Gran tarea de Agustín Módica. A pensar en el futuro.
El equipo de Miguel Ángel Russo no perdió la clasificación a los octavos de final de la Copa Libertadores frente al Manya en el Campeón del Siglo pese a la derrota por 2-1. No, la Acadé había comprometido exponencialmente sus chances con las espantosas puestas en escena llevadas a cabo ante Caracas FC en Venezuela (fue empate 1-1) y contra el Atlético Mineiro en un desierto Gigante de Arroyito debido a la sanción impuesta por la Conmebol (derrota 1-0) tras el piedrazo que un imbécil le pegó a Maxi Olivera.
Esta urgencia llevó a Miguel Ángel Russo a diseñar un partido donde su equipo debía llegar vivo a los últimos quince minutos en Montevideo para poner toda la carne en el asador en ese momento e ir por la heroica. No era un mal plan pero el error cometido por Maxi Lovera (tratar de gambetear a tres tipos pegado contra la raya) desbarató todos los planes del entrenador que ya se había equivocado con el primer cambio.
Miguel le había pifiado con el ingreso de Jonatan Gómez ya que el momento exigía un delantero más. La modificación era sacar a Kevin Ortíz para colocar a Luca Martínez Dupuy como un segundo delantero para acompañar a Agustín Módica. Era el momento indicado porque Peñarol estaba groggy y perdido dentro de la cancha luego del empate conseguido por el número 44.
Maxi Lovera es un gran jugador pero debe aprender que no es Diego Maradona y que no puede tratar de gambetear a medio equipo contrario en la mitad de la cancha sin que sus compañeros queden mal parados si le roban la pelota. Lo aprendió de manera muy dolorosa en el Campeón del Siglo. El Bicho Campaz, por el contrario, estaba jugando un buen partido cuando llegó la decisión de Miguel de sustituirlo. Nacho Malcorra y Jaminton Campaz eran dos de los mejores hombres auriazules en la fría noche montevideana y no deberían haber salido.
La idea era buena: atacar a un equipo que lucía cansado y confundido pero el segundo gol de Leo Fernández (un auténtico crack) cambió los planes aunque Miguel debió haber sacado a otros jugadores en lugar de reemplazar al colombiano y a Nacho Malcorra. Por allí los cambios eran Maxi Lovera y alguno de los marcadores de punta para jugar con Giaccone y Campaz por las bandas, Nacho por el centro y Luca y Agustín arriba.
Franco Ibarra demostró porqué debe ser el volante de contención de este equipo más allá del esquema elegido por el entrenador. El número 8 rompió el juego rival, hizo bien los relevos y juega con enjundia y determinación. Así lo hizo mientras tuvo a Kevin Ortíz a su lado o cuando jugó de único volante central, siempre se las arregló para estar bien ubicado y serle útil al equipo. Su titularidad ya no puede dilatarse más.
Otra buena noticia para Central es el crecimiento acelerado que está mostrando Agustín Módica. El pibe jugó cuatro partidos por la Copa Libertadores e hizo cuatro goles mientras que en la Liga profesional marcó uno. Encara, se faja con los centrales, pivotea bien, tiene movimientos interesantes, es dueño de un gran cabezazo y tiene recursos para definir. Recién está dando sus primeros pasos en primera pero tiene muchísimo margen para seguir creciendo.
En unos días llegará el receso, el análisis pertinente por parte de la dirigencia y de Russo para corregir y mejorar lo que no se hizo bien, hacer una buena pretemporada junto a una pequeña depuración del equipo y seguir trayendo jugadores de cierta jerarquía. Constituir un plantel que pueda pelear campeonatos de manera continua lleva algún tiempo, no es tarea fácil. Central tiene un segundo semestre cargado de competencia y de desafíos y ahora es tiempo de mirar hacia adelante.
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Fotos: gentileza Prensa Rosario Central
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